Sophia es portugesa. Hace ya cuatro años que tuvo que emigrar a Estados Unidos, porque la multinacional en la que trabajaba su madre allí la había trasladado. Al principio, ella estaba increíblemente ilusionada de vivir en aquella parte del mundo, porque cualquiera habría dicho que eran los reyes del universo, era todo taan perfecto... todo el mundo en Portugal la alababa y le deseaba suerte.
En cambio, todo salió mal. No estaba acostumbrada a ir con las prisas que allí existian, ni a que nadie te pidera perdón, te diera las gracias o pronunciara un por favor. El mundo entero se burlaba de Sophia, porque no sabía inglés. La llamaban "weirdo". Y así se sentía ella. Como un bicho raro. Pero un día conoció a Marta, una española de su edad a la que de pasaba lo mismo. Empezaron a conversar, y el tiempo fue corriendo en el reloj de cuco del salón de la casa de Sophia. Las dos tenian historias casi idénticas, pero aprendieron que uno se encuentra mucho mejor si comparte sus ideas con alguien.
Desde entonces, ni Sophia ni Marta se sienten raras. Porque saben que, para ellas, los raros son ellos.
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